miércoles, 17 de abril de 2013

Bourdieu y el campo literario




En “El punto de vista del autor. Algunas propiedades generales de los campos de producción cultural”, me gustaría rescatar algunos conceptos que considero pertinentes para la producción cultural. Esto de ninguna manera demerita los otros conceptos, sin embargo, desde mi punto de vista, los que rescato en este espacio me interesaron sobremanera.

El campo literario en el campo del poder
El campo del poder complementa el campo artístico, entre las relaciones de agentes e instituciones. El grado de autonomía de un campo de producción cultural depende del grado de jerarquización  al que esté subordinado. Se habla entonces de principio de jerarquización externa y principio de jerarquización interna; en el primero la legitimización depende del reconocimiento del público, mientras que en el segundo el reconocimiento se da entre iguales. Todo el capítulo se relaciona con el hecho que ocupa la cultura en el ambiente social y cómo es concebido por el poder institucionalizado y por el poder de mismo campo de artistas. De esto se desprende que exista el canon, la tradición literaria y que, a su vez, se pretenda en todo momento continuar las normas ya establecidas. Aunque cabe resaltar que la literatura experimental surgió como una afrenta a la tradición, con el paso del tiempo también decayó en una especie de norma, lo cual también trajo adeptos que siguieron los mismos postulados. Con esto también se evidencia que la literatura la van jerarquizando los mismos escritores.

El "nomos" y la cuestión de los límites
Se busca una definición que delimite el campo cultural y en consecuencia saber cómo es que se legitíma el campo literario, para lo cual se propone un revisión de la consagración de las obras, mediante el estudio de los reconocimientos, de las antologías, etcétera. Sólo de esa manera, directa por cierto, podría saberse cómo opera la legitimización.
            Por otra parte, la legitimización elitiza, es decir, deja a un lado a escritores que pueden tener obra de gran factura. Los cual, desde luego, quiere decir que legitimizar a una obra no la coloca como una obra bien estructurada.

La "illusio" y la obra de arte como fetiche
La “illusio” como condición del funcionamiento de un juego es propuesta como elemento para que exista el fetiche de la obra arte como tal. Digamos, la obra de arte de vuelve fetiche en el momento en que el autor de la obra se muestra como consagrado, ya sea por la legitimización del poder o de sus cercanos colegas. De esa manera, se busca la liberación de la “illlusio” para que la obra de arte exista por sí misma y se pueda estudiar a partir de ella y no por referencia externa. En este aspecto se halla la “divulgación masiva de la obra” donde los espectadores se dejan llevar por el rumor de buena o mala tal o cual obra, sólo a sabiendas de los comentarios de otros espectadores y no necesariamente conocedores de las obras.

Estructura y cambio: luchas internas y revolución permanente
Indica el constante cambio al que está destinado todo arte. En otros casos, el cambio es la superación de las formas, de los predecesores y se logra a través de la legitimidad externa e interna. De allí la revolución permanente que se persigue desde siempre. Base de esto son las vanguardias, la ruptura de lo establecido, la superación de lo tradicional y la revolución de las formas y contenido. No se comprende ningún cambio si antes no hay nada fijo y que rige ciertos campos culturales. Por otro lado, las  “Luchas internas y sensaciones externas” dentro del mismo campo, tiene repercusiones si no es que motivos por los campos externos. El poder juega, como vemos, un papel importante en estas luchas, ya que de él depende que continúen o no dichos agente internos.

Reflexividad e ingenuidad
La reflexividad es el agente principal para que exista la autonomía del campo de producción cultural. Esto puede lograrse dejando a un lado la “illusio” y la consagración del artista para centrarse sólo en la obra. Se plantea que el lector tome el libro por propia convicción, lo lea y decida si es bueno o malo desde su postura personal, crítica y reflexiva (no se espera que sea un avezado en la crítica literaria ni menos que sea escritor, todo ser humano posee un criterio para determinar la calidad de algo desde su experiencia con otro “algo”). La ingenuidad, repito, sobresale cuando el individuo toma por cierto y único el comentario de otro individuo, sin antes haberse acercado de manera directa al objeto en cuestión.

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